El accidente de Chernobyl ha sido uno de los más impactantes que ha sufrido Europa en el último siglo. Sucedió en la central Vladimir Ilich Lenin, en Ucrania, por aquel entonces parte de la Unión Soviética.
Chernobyl era una de las centrales nucleares más importantes del mundo y formaba parte del programa estratégico del ejército soviético. Debido a dicha importancia, la ciudad más cercana Pripyat, era una ciudad en auge, con un poder adquisitivo mucho mayor que el resto de ciudades soviéticas. Sus habitantes en su mayoría gente joven, poseían ciertos privilegios en la URSS. Al observar entre sus calles se observan edificios grandes, avenidas anchas de nueva construcción, numerosos gimnasios, coches y llama la atención y sobrecoge la cantidad de guarderías y escuelas que había en la ciudad.
La madrugada del 26 de Abril de 1986 se llevó a cabo en la central un experimento para probar la gama inercial de la unidad turbo-generadora. A la 1:24, unos 60 segundos tras iniciar el experimento, hubo dos explosiones.
El vapor generado por la primera explosión destruyó el techo de hormigón, de 1200 toneladas. Pocos segundos después, la segunda explosión magnificó todavía más los estragos. Dos personas murieron en el instante, 29 más los meses siguientes.
Se evacuaron 116000 personas, y se generó un perímtero de 30 km alrededor de la central, la zona de exclusión. El bosque se tornó rojo debido a la lluvia radioactiva, saltó la alarma por radioactividad en 13 países de Europa.
Más de 5 millones de personas estuvieron expuestas a la radiación liberada y cerca de 400.000 gravemente afectadas.
Han pasado más de 30 años desde aquello y Chernobyl se ha convertido en un destino turístico que atrae a curiosos y fotógrafos.
Belleza y tragedia te embriagan al caminar por las calles de Prypiat, lugar en el que el tiempo, ya no importa.
Silencio y destrucción en la lenta reconquista de la naturaleza sobre los estragos que causa el ser humano.
Muñecos solitarios yacen en las ruinas de guarderías, juguetes rotos que esperan niños que vuelvan a jugar con ellos.
Escuelas y hogares abandonados como únicos residentes de estos lugares, huellas de las personas que allí habitaron.