Viajé, caminé, conocí gentes y lugares, dejé de girar alrededor del Sol para encontrar mi propia órbita.
En ese camino, en esa búsqueda, reconocí que aquello que buscaba, era a mi misma.
Me encontré feliz, compartiendo historias de la gente que habitaba los lugares que visitaba, aprendiendo con cada encuentro y agradecida por esos instantes verdaderos que me regalaban.
Emocionada por la amabilidad de estas personas, en deuda con ellas por todo lo recibido, lo menos que podía hacer era contar sus historias.
Historias transmitidas a través de sus miradas penetrantes, olvidadas por la mayoría de la gente que se cruza en su camino y deciden mirar hacia otro lado, despojándoles así, de la propia existencia.
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