Desarrollado en 2014, en playa Girón, Cuba.
Las imágenes pertenecen a un complejo hotelero destruido años atrás por el huracán Michael. Espacio que fue también testigo de la invasión de 1500 exiliados cubanos en contra del régimen castrista.
Hoy, lugar de pasto para caballos.
Al caminar y habitar este lugar sentí nostalgia, morriña, ausencia, pesar.
Emociones inexplicables, que me transmitía el espacio en sí, vibraciones residuales de la gente que lo habitó. Y fue así como surgió en mí la reflexión sobre la impronta que puede dejar el ser humano en espacios inertes. Huella de aquellos que los habitaron y que perdura a lo largo del tiempo.
Proyecto que fue la semilla, que me mueve a continuar buscando lugares en los que resida la ausencia.